lunes, 20 de diciembre de 2010

Sentires

[A cada paso perdemos un poco de la esencia nuestra, misma que se destina a los corazones que deseamos poseer. El amor resulta convertido en el aire que nos arrebata los olores y el todo, es lo que desnuda nuestros cuerpos y lo que determina, para algunos, nuestras vidas enteras]
La sensación esa del pecho manifestó al corazón liberando a la sangre. Sangre que corrió lamentándose la pérdida de ese algo que se quiere. La liberación ésta fue como el gemido de los gatos, latente y extenuado, doloroso y moribundo, de noche en las azoteas. Ya no sabía yo de sentires que carcomen tanto. Sentires que disuelven y minimizan lo que queda de cuerpo vivo. Todo se retuvo en el pecho, como si éste fuera el centro de aquello de lo que sentía ser arrebatado. Sentir un palpitar endemoniado que entrelazaba a las venas, que se peleaba con el aire, que hacía que el alma se despegara de las vértebras, era debatirse entre la muerte y la agonía. De pronto muere. Algo en el pecho muere cuando siente explotársele. Se siente al corazón, que es como una manzana, dársele la mordida definitiva que dictan el hambre y la sed y la pasión. Éste libera sangre, su azúcar que, tibia, se vuelve amarga, y ésta calienta al pecho al sentirse como una fuga destilada que lo invade todo. Tan espesa como la pintura. Ahí el alma siente ahogarse letárgicamente con el espesor del sentir tan cargado y tan vacío. No hace más que gritarle al cuerpo, que sufre, que sufre. El cuerpo reacciona: una mano toca el pecho como si muriera y la otra la frente como frenando algún destello; un pie baila desesperado entre el piso y el aire como queriendo huir; el cuerpo suspira al sentir que el alma se le escapa; los demás sentidos descansan o quizá enloquecen, pero se ausentan. La sensación dura segundos y el cuerpo se fatiga y el alma desmaya. Las manos y el pie se recuestan cansados. El corazón es cáscara y su azúcar olvido. El alma es nudo leve que se arrastra oscurecida: porque su iluminación es opacada por la confusión. La sensación se fusiona desde donde el alma se le concentra. Alguna vez fue en las piernas o brazos, otras tantas en los ojos, muchas más en la cabeza y una en el vientre: la explosión y liberación de quereres (amor-es), energía (caricia), destellos (miradas), recuerdos (memoria) y mariposas (otros sentires) es señal de que amamos y que a veces –siempre- hay algo de esto que se nos escapa.

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