viernes, 18 de febrero de 2011

Ventana

Afuera llueve. Frente al fuego avainillado, colocándote los zapatos, tú.
Hicimos la tormenta, llamamos a los dioses más antiguos entre besos caníbales y tactos salados. Bajaste del cielo, del menguante de la luna recostado en ella, en su sonrisa de gato dormido, esa misma que hoy dibujas mientras el corazón se me escapa.
Dices el adiós. Nuestros cuerpos abrazados, vistos desde fuera en la ventana, sombras que se marcan en el suelo. Como la higuera.
Una melodía sin alas de gaviota; el café evaporado ya en los vientres.
Vuelven lluvias sin besos ni tu cuello.
Ello se me arrebata con la noche y el respiro último de los dedos.
Te regalo mis pupilas ya deshechas y los días nublados.


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